El Cairo, 1949. Lankester Merrin ha dejado atrás su vida como sacerdote y sobrevive como puede, aprovechando su fama como arqueólogo. Un coleccionista particular lo contrata para que sustraiga una figura sagrada de un templo cristiano recién hallado en África Oriental. Al llegar al lugar, Merrin se da cuenta de que los fenómenos inexplicables que rodean el descubrimiento podrían tener un origen sobrenatural.